Personajes Alfonso Diez |
* Fidel y el Che no se dedicaban
al secuestro y al narcotráfico
Los padres de la mexicana herida y los mexicanos muertos durante el
bombardeo del ejército colombiano a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) en Ecuador han hecho muchas declaraciones a las televisoras de
diversos países. Desafortunadas declaraciones.
Uno de ellos acusó al gobierno mexicano de no haber condenado como debía
al gobierno colombiano. “Pero señor, si el presidente Calderón dijo que
condenaba los bombardeos”, le dijo la reportera. “Condenó los bombardeos, pero
no condenó la muerte de víctimas inocentes”, respondió el padre de Lucía.
Luego acusó al embajador de México en Colombia de no haberse preocupado
por la mexicana hospitalizada. “Aquí estuvo ayer el embajador”, le dijo la
reportera. “Apenas hasta ayer se presentó en el hospital el embajador, cuando
debía haberlo hecho desde el primer día y lo que es peor, se le olvidó
despedirse de Lucía y de su padre”, reprochó.
Si no la gana, la empata.
“Mi hija no tenía nada que ver con las FARC, no era guerrillera, vino a
Ecuador a hacer una investigación de tipo académico”, añadió.
Pero en la televisión mexicana se difundió un video grabado en una
concentración estudiantil en la que Lucía aparece solicitando el apoyo para a
las FARC.
Álvaro González, padre de Juan González del Castillo, aseguró que su
hijo no era guerrillero y que se encontraba en Ecuador en una misión de investigación
académica, “el bombardeo de Colombia fue en realidad un crimen de Estado y voy
a denunciarlos de esa manera hasta sus últimas consecuencias”, declaró
indignado.
Pero el periódico Reforma reprodujo una entrevista video grabada que le
hizo a Juan González en 2004, en la que éste afirma ser miembro del grupo de
apoyo a las FARC en México. Anunciaba además una campaña de solidaridad con
Simón Trinidad, cerebro financiero de las FARC detenido y extraditado a los
Estados Unidos, y con Ricardo González, miembro de la Comisión Internacional
del grupo armado.
Juan González fue también grabado en video al lado de los manifestantes
que tomaron el centro de Oaxaca durante varios meses hace dos años, durante el
gobierno de Vicente Fox.
Al ser confrontado con estas nuevas informaciones, Álvaro González
consideró que la forma de actuar de su hijo era totalmente legal: “eso está
permitido dentro de nuestras leyes, es la manifestación” y añadió: “el gobierno
mexicano está obligado por ley a defender a los connacionales, como en este
caso, fuera de nuestro territorio”.
La realidad es que no hay manera de negar el apoyo que Lucía y Juan y
sus compañeros daban a las FARC. Y
sus padres, por un lado, culpan de todos sus males al gobierno mexicano y por
otro le piden ayuda. Afirman que sus hijos no apoyaban a las FARC y cuando sale
a la luz la verdad intentan explicaciones contradictorias.
El hijo puede o no estar equivocado, pero al negar los hechos evidentes,
el padre está en realidad descalificando el camino que éste escogió. Honraría
mejor su memoria si reconociera su lucha. Habría entonces que responder, como
Voltaire, “Puedo estar en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la
muerte tu derecho a decirlo”.
Las FARC, se han dedicado en Colombia no tanto a combatir al mal
gobierno, que sería la función esperada de una guerrilla, sino al secuestro, al
tráfico de armas y al de drogas. Han ofrecido canjear a 40 de los secuestrados
en su poder por 500 de sus integrantes presos. Pero en realidad mantienen a cientos
de secuestrados. Algunas informaciones hablan de setecientos y otras de dos mil
los que verdaderamente se encuentran cautivos en manos de este grupo,
conformado por miles de combatientes entre los que hay niños reclutados contra
su voluntad.
Cuando un sector de la sociedad se lanza a luchar con las armas en la
mano por sus ideales, por el bien de los más necesitados, por la educación de
los que no pueden acceder a ella, puede ser declarado fuera de la ley, porque
de hecho lo está, pero nunca será denostado, nunca será calificado en términos
peyorativos.
Pero no es el caso de las FARC, se equivocan los jóvenes que identifican
a este grupo con otros admirables, como fue el caso del que luchó contra
Batista en la Sierra Maestra en Cuba. Fidel Castro nunca se dedicó al
secuestro, ni al tráfico de armas o de drogas. El Che tampoco lo hizo en
Bolivia.
Se debe condenar el ataque del ejército colombiano contra las FARC en
suelo ecuatoriano, pero también debe condenarse el apoyo que Ecuador, o
Venezuela, o cualquier otro país brinde al grupo armado para que utilice sus
armas en Colombia de la manera en que lo hace.
Hay que recordar a Ingrid Betancourt, a su familia y a cientos de
familias que sufren sin deberla ni temerla, por el simple hecho de que así lo
decidieron los secuestradores.
Por lo que a los jóvenes mexicanos que apoyan movimientos armados en
otro país se refiere, la recomendación es analizar la forma de lucha, la forma
y el fondo, para no caer en el error de apoyar a quien no lo merece, en este
caso las FARC, porque se trata de un grupo que tras decenas de años en la
clandestinidad ha equivocado el rumbo y olvidó el objetivo de sus fundadores.
Recuerden, hay que insistir, los ideales del Che Guevara y de Fidel Castro no se apoyaban en el secuestro y el narcotráfico. |